10:30 de la mañana, escribiendo en mi libreta.
Tengo miedo a que me olvides, aunque no se si ya lo habrás echo. ¿Sabes por qué me gustan los inviernos? Antes, el frío era el único que calaba mis huesos, ahora son tus recodos los que hacen de mi apoyo. Y tus manos, entre ellas me siento más segura, como nunca lo había estado antes. Me gusta levantarme y verte en mi cocina preparando el desayuno, con esos calzoncillos que llevan el elástico ensanchado y que no hay manera de que los tires porque son tus favoritos. Y entre mis favoritos estas tu, y esa taza de café en invierno, y que me estrujes entre tus brazos los domingos por la mañana y sienta que son menos malos. Dicen que hay que saber elegir con quién complicarse la vida, y para mi complicado es no verte, no estar a tu lado. Complicado es pensar que un día me voy a levantar y no vas a estar al otro lado de la cama para destaparme cuando te levantes al ir a la cocina. Entre mis costillas hay un suspiro de aire que sale cada vez que te marchas, y vuelve a su sitio al verte. Me da miedo tu indiferencia, el sentirte lejos aunque estés cerca. Complicado sería besarte sin pensar en un segundo que mi vida la quiero a tu lado.
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